Retomando el tema de las “habilidades comunicativas” que comenzamos a desgranar en la primera publicación de esta sección, me encantaría seguir avanzando de cara a aquellas personas para las que exponer y comunicar sean un suplicio.
Puedo decir, por experiencia propia, que da igual cuántas veces hayas hecho un taller formativo, expuesto un trabajo en la facultad o, sencillamente, hablado con una persona que, por alguna razón, imponía con su presencia en las distancias cortas.
Pero también te puedo asegurar que cuantas más veces te expongas a esas situaciones incómodas, más soltura irás cogiendo, hasta el punto de que cuando ya esa situación se haga frecuente para ti, ese “peligro” que tu cuerpo sentía y te hacía temblar, reír o paralizarte, irá desapareciendo poco a poco.
Hay muchos afortunados que nacen con los dones del carisma y la improvisación, incluso hasta “pícaros” o con un cierto descaro simpático a la hora de acercarse a un desconocido. Por supuesto, debes aprender y escuchar los consejos que te den estas personas pero se aprende mejores trucos de aquella persona que conociste siendo tímida toda su vida y que, con el paso del tiempo, te la encuentras llena de seguridad en sí misma.
Esa es la clase de personas de la que DEBES aprender a día de hoy, ya que ellas han tenido que ir probando una y otra vez mejores métodos y su capacidad de empatía permitirá que te aconsejen mejor según tus circunstancias.
Sin duda alguna, la idea que me gustaría que retuvieses de la lectura de este artículo es la siguiente: NO EVITES HABLAR EN PÚBLICO A TODA COSTA. Lo vas a pasar realmente mal en ese caso, ya que en la vida real cualquier trabajo te va a exigir que afrontes este problema o que afrontes el hecho de que te echen. Uso la expresión “a toda costa” porque hablar en público, si eres tímido, tiene su progreso y sus tiempos para encararlo, pero lo que hay que hacer es no abandonar.
Se puede decir que en el proceso, al menos en mi caso, hubo dos partes o momentos:
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Durante los años de carrera, en los que, por supuesto, temía los exámenes orales, exposiciones en grupo, tutorías con los profesores, etc., al menos sí aprendí algo muy importante de mis compañeros más participativos: cada uno lleva su propia personalidad a la charla que ofrece. Hay gente que, por su facilidad para gastar bromas, se metía a la gente en el bolsillo con tres chistes en el momento adecuado; otros usaban su carisma, su capacidad para llamar la atención manejando el lenguaje no verbal y otros, por ejemplo, sencillamente queriendo trasladar un mensaje de otro tipo de profesionalidad a través de la seriedad y el manejo soberbio de las fuentes que conocía. En definitiva, para ganarte al público y, extrapolando lo anterior, debes hacer un ejercicio de introspección: ¿Qué se me da bien para “ganarme a la gente”, a mis amigos? ¿Qué es lo que a la gente le gusta de mí?
Se lleva mucho eso de usar la idea de “la persona como marca única”. Es cierto: cada uno tiene algo único que diferencia una personalidad de otra, un don o una habilidad. Es curioso pero, en mi caso, lo que me ha llevado a aprender a hablar en público con confianza y seguridad no sólo ha sido asimilar sus beneficios para encontrar trabajo y engatusar al entrevistador sino, sobre todo, la capacidad de observación que me han aportado las ponencias en la universidad, conferencias, seminarios. Viendo trabajar a gente experta en este campo y el consecuente disfrute o ausencia de éste por los asistentes me ha ayudado a hacer un equilibrio entre:
A partir de ahí, se trata de salir y probar y probar. Bebe un poco agua de tanto en tanto, encoge los dedos de los pies y descarga los nervios dentro de unos zapatos a los que nadie prestará atención o coge un bolígrafo y quita y pon el capuchón disimuladamente. Muévete de forma natural por TU ESCENARIO y “vende” que sabes de lo que estás hablando, que tienes experiencia y que, además te encanta el tema. De nuevo, sobre todo, busca tu particularidad para contar una historia de manera que al finalizar las charlas yo me quede con tu cara o con tu nombre.
Belén Ruiz,
Responsable de Coordinación UNSA Andalucía
Se lleva mucho eso de usar la idea de “la persona como marca única”. Es cierto: cada uno tiene algo único que diferencia una personalidad de otra, un don o una habilidad. Es curioso pero, en mi caso, lo que me ha llevado a aprender a hablar en público con confianza y seguridad no sólo ha sido asimilar sus beneficios para encontrar trabajo y engatusar al entrevistador sino, sobre todo, la capacidad de observación que me han aportado las ponencias en la universidad, conferencias, seminarios. Viendo trabajar a gente experta en este campo y el consecuente disfrute o ausencia de éste por los asistentes me ha ayudado a hacer un equilibrio entre:
- ¿Qué cosas funcionan y gustan? La honestidad, la cercanía, los mensajes claros y un ambiente donde estar a gusto. Esto lo tenemos que crear nosotros, no el público.
- ¿Qué tengo yo que sé agrada a la gente y me hace sentir cómoda conmigo misma?
A partir de ahí, se trata de salir y probar y probar. Bebe un poco agua de tanto en tanto, encoge los dedos de los pies y descarga los nervios dentro de unos zapatos a los que nadie prestará atención o coge un bolígrafo y quita y pon el capuchón disimuladamente. Muévete de forma natural por TU ESCENARIO y “vende” que sabes de lo que estás hablando, que tienes experiencia y que, además te encanta el tema. De nuevo, sobre todo, busca tu particularidad para contar una historia de manera que al finalizar las charlas yo me quede con tu cara o con tu nombre.
Belén Ruiz,
Responsable de Coordinación UNSA Andalucía